Tormenta de alas by M. John Harrison

Tormenta de alas by M. John Harrison

autor:M. John Harrison [Harrison, M. John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1980-01-01T00:00:00+00:00


* * *

—Anoche soñé con un grave error que se cometía dormido —dijo Cellur mientras regresaban a lo alto del acantilado en medio del viento y el granizo—. Un sonámbulo asesinaba a su propio hijo.

—Aquí no hemos hecho nada decente —convino Hornwrack, un tanto ausente. Al presenciar con horror el tormento de Santelmo Buffin, de pronto se había puesto a pensar en su juventud, una época sin fe que había transcurrido en los humedales de las tierras del interior. No lograba establecer una conexión entre los dos salvo en su antítesis—. Eso está claro. Sólo hemos cooperado en otra traición de la Ciudad Alta. —Estaba avanzada la mañana. Todos montaban a lomos de animales descansados. Salió de su ensimismamiento para lanzar a Alstath Fulthor una mirada de desprecio. (Si se lo proponía recordaba un roce de crisantemos muertos sobre la piel en una habitación de aire enrarecido; grajos que sobrevolaban la tierra pesada. Lo que había tomado por antisentimentalismo con respecto a esto había resultado ser todo lo contrario. A su vez, esto le hacía pensar en la Rúa Sepile, y en todo lo que conllevaba eso).

—Me pareció recordar al hombre —dijo Cellur—. Quizá fuera una historia que oí hace tiempo. Pero el rostro era muy familiar. Completamente. No logro desprenderme de una sensación de presentimiento.

En lo alto del acantilado, a punto de volver hacia el interior, los acosó el espectro de antiguo aeronauta. Abriendo y cerrando la boca como un pez de colores deforme, se acercó a ellos en medio del granizo racheado, rotando despacio sobre su eje vertical. Aunque, como antes, parecía mantener tan sólo el más precario de los contactos con el mundo, una fina nieve gris parecía estar acumulándose sobre sus hombros, la fantasmagórica precipitación de algún continuo extranjero. Estaba agitado. Se puso muy cerca de Hornwrack y tiró de su capa. (No sintió nada hasta que intentó sacudírselo de encima de un empujón, momento en que experimentó una ligera resistencia gelatinosa).

—¡Poco césped! —exclamó el espectro haciendo bocina con las manos, como si estuviera a una enorme distancia—. Fog… Fom… Fenling. Ay caramba1. —Señaló con desesperación hacia el mar. Miró tierra adentro y meneó la cabeza—. ¡FENGLIN, nuktis‘agalma… 254 da parte… cargamento de diez latas para la barca… Fengle!

Y se estacionó encima de su cabeza como un ángel obeso, con la mirada dramáticamente vuelta hacia atrás mientras avanzaban hacia el interior, señalando enloquecido cada vez que se cruzaban sus ojos.

Más tarde todavía, Sepulcro el Enano se acercó cabalgando a su lado. Sostenía el arma que había perdido Hornwrack en el muelle.

—Se te cayó la espada, soldado.

—Escucha, viejo enano —dijo Hornwrack, con rencor—, pensaba que me había librado de eso. Yo no soy él. Da igual lo que fuera él para ti. ¿No lo entiendes?

El enano sonrió y se encogió de hombros, sosteniendo aún la espada, expectante.

Hornwrack levantó la vista hacia el ente que flotaba por encima de él. Al ver esto, el ser se volvió raudo hacia él, carraspeando. Gimió, aceptó la espada. Sus dos espectros habían vuelto para atormentarlo.



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